martes, 9 de octubre de 2012

EL CANTAR DE LOS CANTARES/ Versión libre de Nahuel Ceró


        Versión libre de Nahuel Ceró
                                  A mi compañera Karina Elizabeth


A las viñas fui llevada
porque por investidura
de soles inmerecidos
de uvas soy heredera.

Noche de luna cabría
púa esas vastedades.
¿A caso no bebe, ameno,
de su fermento mi amado?

Abre las puertas del sol
que me tienes pronunciada.

La luz desanda la luz
por medrar lo que ha callado.

El sol aró en mi cuerpo
melodías que la luna
por intrigas de la luz
dejó notas cauteladas.

Tus manos deducen ecos
que me tienen cortejado
como si yo mismo fuera
los ecos de su cuidado.
Que lo lejos se me apague
si yo finjo una palabra
por callar lo que desdicen
tus labios cuando los beso.

Mandrágora de los besos
son los besos de tú boca.

¿A caso saben tus besos
lo que no se de mi mismo?

No se nada de tus besos.
Enséñame sus cuidados

*  *  *.


Recios jinetes horadan
vientos de la desmemoria.
Su capitán ha perdido
en sus espejos sus galas.
Su mujer llora en el lecho
del rey que trucó su suerte.
Pero el rey tiembla en el frio
del cuerpo que le regaña
soles de luz sosegada,
lunas sin empuñaduras.

Mil mujeres desveladas
en sueños de mil eunucos
besan sombras lisonjeras
 e hijos que no las ven.
No son hijas de Sulám.
Que Sulám tiene una lágrima
cuyo pastor se demora
como arco de sus ojos.

La niña virgen susurra
el nombre que nadie sabe,
pero su nombre es leyenda
que se modula en silencio.
Sulamita tiene un miedo
de cascos de doble llaga.
Otros cascos debilitan
su propiedad y su aroma.

El rey mandó sus regalos,
su recado, sus soldados.
Ella tirita en los brazos
de su pastor consolado.

             *  *  *

Que arda la noche a cuenta
de sus caderas fragantes.
Asas de viento, Sulám,
rompe el velo de una lágrima.
Enero comba los duendes
de las cítaras del éxodo.
El templo de Salomón
arde con cien mil antorchas,
sangra con cien mil arpegios,
sueña con un  sueño insomnio.

 *  *  *

Jadeos son del Jordán
los cielos de tus delicias.
Las noches juegan a ser
espigas del albedrío.
Átame con tus caricias
a la soledad del búho.

¿Lo dices por los recaudos
de luces de tu cintura?
 Soles de racimos nuevos
se pronuncian en tu ombligo.

Es la noche que ha tomado
mi vientre por encordaje .
Vierte tu vino en mis labios
para que a mi vientre llegue
el arca de tus deseos
cpon dunas por contingencia.

Cielo de corderos tenues
redime la madrugada.
Duerme y despierta en mis sueños,
amor, inculpable mía.

 *  *  *

Lobos de fauces bermejas
escardan la madrugada.
Solazos de dos edades
deshacen esa distancia.
Noches de lunas cabrías
púan esas vastedades
en donde caza recuerdos
al rey de las mil mujeres.

*  *   *

La reina de Saba vino
con su cortejo infinito,
piedras preciosas de oriente,
 especias, oro y mirra
mentaba su caravana.
Su rostro mana un remanso
de luces incandescentes.
Balquis, la reina de Saba,
se marchó múltiple y sola,
con tamboriles y citaras
en manos de sus demonios.

*  *  *

Cuando mi madre me trajo
a las viñas de la vida
dejó caer en los surcos
de su dolor nuevos sueños.

Acaso eres ensueño
de sueños fertilizados
por lágrimas del que ora
con su cuerpo por altar.


Dulcificas lo que piensas
con palabras que son gratas
como tumbas donde duermen
los padres de nuestros padres.

Dulcifican mis palabras
las especias de tus labios.
ni Salomón en sus ritos
desperdiga tanto aroma.

Mira, el sol se repone
de sueños equivocados.
Bosteza pueblos errantes
y senderos minuciosos.

No son pueblos ni senderos.
Son tus ojos que los crean.

*  *  *

El rey amante se ha puesto
de hinojos ante sus espejos
mientras socaba en sus sueños
los sueños de Sulamita.

El rey yace en su aposento
como un anillo de lirios.
Tiene sueño y no se duerme.
Se duerme y sueña con ella,
despierta y teme a la muerte
y dicta un proverbio al miedo.
Despierta y toca en el arpa
su soledad de salmuera.
Cavila, insomnes, su boca
árida de vinos agrios.
Rumia su harén como el pueblo
la soledad del insomne.
El rey amante se duerme
y se maldice por ella.

*  *  *

Beso tu cuerpo y mis labios
esconden el manzanero
en donde la culpa lava
la copa de sus edades.

Amor, dame de tus senos
uvas que son la memoria
de los hijos que regresan
por los senderos del habla.

Ay, amor, me duele un sueño
que te convido en la noche
de la que soy la que hace
servidumbre del silencio.

Es sílaba de arena
este amor enamorado.
Si me da la lobería
de tu cuerpo en cada cosa
yo sería su arenaria,
su prontitud, su lobato.

Te beso y me voy conmigo
a besar lo que me debes.

Eres el lirio que pace
en mis labios cuando duermo.

No te culpes de mis labios,
inculpable y siempre mio.
Yo te amo en cada culpa
que desoyes cuando callas.

La noche, mi amor, la noche
se hizo mito de tu carne.

Calla, que la noche aduenda
lo mejor de lo callado.

*  *  *

Fermento de luna llena
hace lirios en los prados.
Diapasón de dos edades
el delta, como si fuera
lobo de las soledades
lámese su galladura.
Mil mujeres se demoran
en el nombre de la niña.
Moneda que bien pudiera
ser anillos clandestinos
apuestan a que Sulám
será siembra de puñales.

*  *  *

La niña besa las lunas
de la boca del amante.
Sus corderos son señuelos
para esquivar la distancia.
Soldados desmoronados
en los sueños de Sulám
escarban casa por casa,
degüellan sombras calladas.

*  *  *

No es reina de Sulám
ni concubina del rey.
Su cuerpo es cocotero
en donde recios promueven
morenos dátiles nuevos
esencias para el amante.
Son tórtolas que germinan
llenas de sol y de lunas.

La noche perdió su enjambre
en esa nomenclatura.

*  *  *

Ponme como un sello, amado
sobre tu corazón. Ponme
como el sello del esclavo
sobre tus brazos. Aún
mi libertad es esquiva
y en exódo se suceden
esquirlas de gallos calvos.

Ay, amor, amado mío,
que tu luz quiera medirme
con vara de medio día
en lo alto de la noche.
Que nadie quiera comprarme
a expensas de tu extravío.
Este portento, este amor
es mas fuerte que la muerte.

Llaman en la noche avara
noche de sutil desidia,
leva de lobos que ocultan
intrigas de mozos prietos.
Bocas de lobos que pacen
en su paladar la noche.
Una caravana blanca
es la luna y tiene miedo
de las lanzas que pronuncian
discursos a las estrellas.

*  *  *

Nuestra hermanita menor
de quien somos sus pastores,
nuestra hermana se demora
y ya somos sus esclavos.

¿Qué haremos de nuestra hermana?
Donde ha dejado su túnica
siete aromas, siete tribus
la defiende de sí misma,
y una saga de puñales
al rojo vivo la siguen.
Que no la quieran ardiente
y que nadie paste el signo
de sus candelas. Que late
a la sombra de sus faldas
Sulám en un solo pulso.
Hay honderos clandestinos
con sus piedras maceradas,
con sus corderos dispersos
y buhós en la mirada.

*  *  *

Si te matan moriré
de tus heridas.
                        Mi cuerpo
es de cedro convidado
de cielos que nadie guarda.
Si me matan, mis heridas
dirán tu nombre.
                            Mi nombre
es una casa de arena.
Los vientos dispersarán
sus espejos y sus leños.

Lirios de las otredades
son nombres en los que vamos
como en un ave, cautivos,
como en la lluvia, resueltos.

Mi amor se demora en mí
para ser mas disoluto.

Mi amor es lenguas y todo
lo que al callar, enriquece.

Te amo de un modo aleve
como aquellos que saben
que morirán por intrigas
la noche de sus amores.

Yo no se por qué te quiero
y si te quiero te quiero
a mi modo y sin intrigas
como un puñal cautelado.

Que yo fuera presumida
como lirios de los campos
sólo por ser lo que soy
en la siembra de tus dados...

No lo digas. Mi razón
es red que acude a vigilias
por tomar la desmedida
de la noche de tus ojos.

Estoy enferma de amor.

Y yo sano de tu amor,
a meno que mi remedio
mude de cuerpo y estado.
Estoy enfermo de mí
y de todas mis distancias.
Hay un rio que me intriga
y otro que me delata.

Estoy enferma de mí
y de todas mis edades.

*  *  *
Zurea mi corazón
como la flecha lanzada
desde todas las edades
a la edad que las encorda.

Sigilo de luz adrede
cunde por la melodía
que se quiere a tu medida
y que se pliega en tu túnica.
Sigilo de sueños parcos
con gallos por entenados
espían las lameduras
de sol en tu cabellera.

Tómame que soy austera
como una rama en su encaje.
Soy la copa que trocara
el río por su distancia.
Tómame, ahora, amado
como flor ensortijada.
Nadie trucó sus anillos
en la flor de mis edades.

Vístame tu desnudez
en la desnudez del prado.
Otros concedan victorias
a las victorias del mar,
otros hagan del desierto
la plenitud de sus días,
otros  concedan  amores
en la Cueva de Adulám.
Átame con tus caricias.
átame, toma la deuda
que me tienes prometida.
Ningún viñedo desata
tanto fermento en su llaga.

Dado o copa convalidan
noches y días cumplidos.
Me bebo el haber cebado
lo convenido en tus labios.

Estoy enferma de amor
desde todas mis edades.
Ya no tengo corazón,
ni tengo con qué nombrarte.
El sol me da su sentido
como a las viñas su aroma,
pero un fermento de mar
llenan mi vientre de lágrimas.
Te quiere  mi corazón
sitiado de tus amores.

*  *  *

Un pastor no lanza dados
ni días que los debiten.
Déjame dormir el sueño
que despiertan tus pisadas.

*  *  *

Que no la miren ahora.
Todavía no pronuncia
vendimia que oferte mosto.
¿Pero qué haremos con ella,
mañana, cuando su tórtolas
con hilos de oro cauto
las guíen por la vigilia?
¿Qué haremos si se la pide
por esposa a nuestra niña?

Es una niña y por niña
no la desposéis ahora.
Hato gemelos sus dientes
nadie templó con su aliento.
Velos de asombros, velos
del santísimo, sus párpados,
se levantan como alas
por ver pasar al amante.
Pero no la desposéis,
es una niña y por niña
sus corderos se despeñan,
sus hermanos se conjuran.

*  *  *

Un cielo de doble fondo
toma buhós por pilotes.
otros cielos multiplican
en mis muslos sus relámpagos.

*  *  *

Tengo u  puñal lacerado
de labios que van conmigo
a cicatrizar tardías
acometidas bermejas.

Tus palabras me dan dos
o tres nuevos firmamentos…

Las zorras, las mas pequeñas,
hacen nido en mis vendimias.
¿Qué más para hacer la piedra
que sabe su contingencia
sino viejas melodías
a cuentas del Diferido?

Calla. Los vientos conciernen
a nuevas generaciones.
Ellas serán tu reposo
Y serán mi desmedida.

Yo bebo de tus costados
y mastico tu mirada.
No tengo hambre ni sed
sino de tus ofertorios.
Hay un arado que cuida
el árbol de tus mayores.
Hay vetas inmerecidas
que musitan equidades.
Mira, las cosas que dices
la visitación que callo.

Tengo dioses olvidados
ciñéndome la cintura.
Son grillos domesticados
en viñedos de Sulám.

*  *  *

Grata guardiana de viñas
como las viñas del rey,
no guardé la que era mía
por cuidar lo más querido.

De andar segura tú misma
en las huella del rebaño
pacen tus cabritos juntos
a los grises tabernáculos
de los pastores.
                          Mi propio
manso nardo ha propagado
su fragancia matutina.

No es de noche y sin  embargo
la noche hace su nido
en los ojos que de ojos
tienen deudas en los míos.

Tus ojos son dos palomas.
Nuestros cabrios son enebros,
nuestro abrigo su follaje
el azafrán nos acuna,
llamas de tréboles hacen
mudeces de tus costados.

Estoy enferma de amor…
Puestas  bajo juramento,
hijas de Jerusalén,
por las gacelas del prado,
por las ciervas parturientas,
no despierten mis amores
ni sus primicias sonámbulas.

Oh paloma bella mía,
en los peñascos ocultos,
en los retiros del alba
y del camino escarpado,
muéstrame tu forma, déjame
oír tu voz, pues tu voz
es placentera y tu forma
es grata al mirar del alba.

El es pastor pertinente.
pastorea entre los lirios.
Déjame ir por aquello
que mi alma ha convidado
a visitar los cuidados
de la mies que nos ampara.

*  *  *

Los guardia de la ciudad
se burlaron de mi modo
de preguntar por el hombre
al que busqué por la noche.
Los guardianes de la ley
del rey que todo lo sabe
levantaron mis vestidos
en pos de mi desnudez.
Me lastimaron. Rieron
y temerosos de mí
y mi pasión por mi amado.
dejaron que me marchara.

*  *  *

La  más bella de las hijas
de Sulám, déjate ver,
para deleite de mil
mujeres que son tu sombra.

Bella, innombrable, regresa,
deja que te contemplemos.
Miren, parece una flor
desconocida en el valle.
Quédate por un instante
para que nos deleitemos
en tu forma y en la luz
que te ha hecho su cuidado.

*  *  *

No llamen a la que amo
sendero de las palabras
porque mi cantar deduce
elogios de las palabras.

En una copa de sol
cabe la vid de tus labios.
En esa copa te hallé
niña de mis soledades.
La noche cerró de pronto
su red de peces insomnes
para darme de sus ojos
los ríos con que te miro.

No me aturdan los elogios
que no vienen del amado,
no me aturdan los enojos
de aquel que sueña conmigo,
cuando camina en mis sueños
un pastor reconfortado.

*  *  *

No te vayas, Sulamita.
Déjanos verte…
                               Qué es esto
que sube desde el desierto
como columna de humo
de olíbano Y de mirra
perfumado. Mírame,
tu cuello es como la torre
que David edificara
en las sábanas del viento.
Tus pechos son mansas crías,
las gemelas delicadas
de las gacelas salvajes.

Dígnate venir amada
desde los montes azules,
desde albergue de leopardos
y leones sigilosos.
Rebalsas mi corazón
con la miel de tu mirada.

Oh, hermana, novia mía,
es un manantial callado
tu piel. Es un paraíso
Desgranado. Despierta
viento del norte, penetra
viento del sur, agitado.

Ábreme, hermana mía,
paloma, inculpable mía.
Lleno de roció traigo
mis guedejas demorada
en las gotas de la noche,
en los timbales del viento.

Estoy desnuda en el lecho
donde te buscan mis sueños.

Ábreme la puerta y toma
los recaudos de la noche.

Mi amado rozó sus dedos 
en la intriga de mi puerta
Como señuelos incógnitos
bajo faldas delicadas.

Al salir de su cuidado
la noche me dio su escudo
como caución del amado
que se marchara a sus dudas.

*  *  *

Amada, eres hermosa.
Por ti mis noches son dientes,
espuma de loberías.
Si por amor prodigara
cuánto tengo y cuánto soy
maldeciría mi madre,
mis hermanos me odiarían.
Amada eres hermosa.
El sol maduró sus pétalos
en tu piel y sus celajes.
Mírame pasar soñando
por atajo del silencio.
Hasta el más débil cordero
 es más lucido y más cuerdo
que su pastor cuando toma
por condición tu pastura.
No se si mi oriente es lobo
o mi poniente redil.
Mi honda lanza a lo lejos
la soledad, pero vuelve
munida de tu mirada
como de dos serafines.

Amada, eres hermosa.
Si yo todo lo brindara
a cambio d tus amores
maldeciría mi madre,
mis hermanos me odiarían.

*  *  *

¿A dónde vas que ya es tarde
y en el pontón de los sueños
salteadores de caminos
esperan en los atajos?

Hay guardias entumecidos
velando miedos seniles.
¿A dónde vas que las lanzas
andan buscando con brío
el interior de una luna
llenas de aves cautivas?

*  *  *

El aposento del rey
tiene luz y su porfía
dicta al escriba en susurros
palabras de doble filo.

*  *  *

Quédate a mecer tus labios
como pesebre en los míos.

Hay un  sendero en las viñas
del rey que no son de zorras.
Hay otra que vuelve al alba
y la esquivan los pastores.

Jadeos de amor deducen
los cielos de tus delicias
Ora en mi cuerpo, tu voz
es la ración del silencio.
Átame con tus caricias
a la soledad del búho.
La vi como el gadareno
verá la piara en su día,
pero me vio como ven
aquellos de la ordalía.

No es de noche y sin embargo
la noche nos convalida
 anclas de nuevas edades,
profundas como sus notas.

En el arca de su modo
el arca de sus edades
labra cenizas que tienen
su rigor por condominio.

*  *  *

Tus labios son las raíces
de mis labios convidados.
¿Por qué tus labios difunden
raíces en su sendero?.
Te amo como se ama
la verdad ensimismada.

Mi cuerpo guarda verdades
que desmienten su mesura.
Sus amores son rasguidos
del arpa bajo la lluvia.

Tu amor me viste de aromas.
Deducen sueños tus labios
cuando son impertinentes
al dorso de los espejos
de mis labios madurados.

Calla, que la noche oye.

Te consentirá las cosas                                             
que mi cuerpo se porfía.

Te quiero mi amor, te quiero,
más allá de las palabras.

Y yo te quiero sin mí
más acá de las palabras.

Besa mi cuerpo en  tu cuerpo
como si a nacer vinieras.
Yo besaré cada templo
que nace de tus heridas.

Amor mio, si te beso
tus besos son palaciegos,
ocultos, por si mañana
por ellos, alisten lanzas.

Te matarán en mis brazos
amor de todos mis días.
Te esconderé en lo más hondo
de mi cuerpo y gritaré
que sólo eres un niño
sembrado en mis entrañas,
y yo por niña seré
mendiga de tus edades.

Te quiero como se quiere
manzanas encrucijadas.

Deduzco lo que no se
pero un mar de lo que adulas
me conduce a los aromos
de manzanas convidadas.

Yo sufro cuando no estás,
rehén de todos mis besos.

Me robas cuando no estás.

¿Me hablas de desamores?

Te hablo de lo que debo
en este amor regalado.

No hables de regalado,
que no soy la convidada
de los que encordan su miel
para ser más visitadas,
la que se vende y se paga
según lo que el trueque engaña.

Me río y un beso cumple
lo que sabe una sonrisa.
Tus labios son nombradío
de naves que van conmigo.

Amor, calla por favor.
Me duelo mucho de amor.
Estoy enferma de ti
y quiero que me demudes.
Tus besos son desnudez
y soledad contemplada.

No me duermo, y si despierta
luego de no haber dormido,
te  respondo con mis sueños
será por lo que te sueño.

Amada, que lo que dices
me tomarán de rehén.
Átame, toma mi cuerpo
como viñedos de lágrimas.
Embriágate de mi sed,
luz que a la luz desespera.

Estoy enferma de adioses
que no son de nuestros lares.
Estoy enferma de amores
que, sí, son de tus viñales.

Cada uno es un  débito
que te convida mi cuerpo.

Lo se,  por eso me embriago
en el convite y me duermo.

No te duermas que la noche
denuncia salmos de amores.
La primavera me ha hecho
belfos de la madrugada.
Tengo sed de tus amores
y me despierto en el nudo
en que al dormirte me buscas
en sueños de noche adrede.
Estoy enferma de amor.
Te beso porque te beso.
Tu cuerpo es un campo lleno
de las tiendas de mis besos.

No seas como las viñas
que descienden al silencio.
Dame tu sol como el rito
de palomas deshojadas.

Te beso y me voy conmigo,
convidado de la noche…

No te vayas. Esta noche
esconderá su espejos
en las dunas de mi cuerpo
aullidos de loberías.

Amor mío…
                   No lo digas.

…quiero vivir en tus lirios.

Anoche soñé que Dios
desistía de si mismo
para ser el cuerpo aleve
que me dio por ordalía.

Mi cuerpo es el osario
de mis vivos y mis muertos.
El dios de tus otredades
pernocta lejos de aquí.

Era un sueño desigual,
aquel sueño donde debo
haber perdido los ojos
en búsqueda de mi amado.

Pastorea mis recuerdos
y no hallarás un sendero
que no conozca en la noche
el sendero de tu casa.

Mi Dios se durmió de mí
para darme su reposo.
Son fragancias de pastores
aromas de mis amores.

Que de cosas imprevistas
lo que veo y lo que se
cuando no se lo que veo
ni se lo que me delata.

Te delatan los silencios
que te hacen mis preguntas.

Tus senos son dos preguntas
y sus pezones, respuestas.
Tu sexo, una sola nota.
Y Dios, si es que te visita,
es espejo entre nosotros.

Te amo de un modo avaro
y quisiera ser avara…

No dudo de tu avaricia
y me apaciguo en su don.
Que soy un salmo en la noche
de todas las avaricias.
Te beso y me voy conmigo
como quien muere de amor.
Quiero morir esta noche.

*  *  *

Cáliz de ritos antiguos
pronuncian nuevas edades,
añeja bajo tu lengua
el lagar de las delicias.

Penitencia de la luz
deduce  lo que callando
hace de lo conferido
espuma de tu albedrio.

Veme cauta y sosegada
el que vi, ya cautelado,
el que me vio sin intrigas
cuando hube de ser vista.

*  *  *

Legitima mordedura
del madero de la culpa
sangra siempre de costado
si me desposa tu sombra.

Por verte mi rostro cesa
de ser tu espejo, por verte
lenguas del sueño te cercan
con su red incandescente.

El silencio nos anuda
a transparencias visibles.
Siento que mi voz se acoda
en la voz de tu silencio.

*  *  *

Dolo de la transparencia
las tórtolas de tu cuerpo.

No me canso de ser sueño
de la canción del amado.

Tengo tu sed en las manos
como un cuchillo de arena.

*  *  *

El Jordán pasa sumando
a los cuerpos convidados
limo y espuma que nutren
eriales fertilizados.
sus espumas a los cuerpos.

*  *  *
Ayer hablé con mis labios
con tus labios por sigilo
y supe lo que no alcanzo
a decirte con mis besos…

No llores por los excesos
que te parecen exiguos
si mis labios develados
son plumones desvelados.

Escucha, oigo en mi vientre
silencios apresurados.

Son los hijos que mañana
escribirán lo  que callas.

       .   .   .

Un fermento de luceros
hace mosto de sus dados.

                  .   .   .


Fin de El Cantar de los Cantares, versión libre de Nahuél Ceró.
 Buenos Aires, Argentina, Octubre de 2012.-